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Trabajamos con el niño o joven, con la familia y con la escuela en coordinación, dándole sentido a los espacio en los que convive el niño y adolescente, ofreciéndole un trabajo 360º. A veces es necesario trabajar haciendo la intervención de la psicóloga orientada a los padres, ya que al hacer cambios en las pautas de educación y acompañamiento se siente más seguro y obtenemos una respuesta muy favorable en el niño.
Podemos revisar cuando el niño/a:
Muestra un cambio repentino, que mantiene en el tiempo y que no logra/s explicar. Le notas triste, apático o muy irritable.
El niño muestra un cambio repentino, que mantiene en el tiempo y que no logra/s explicar. Le notas triste, apático o muy irritable.
Tiene miedo a estar solo y a menudo le cuesta trabajo conciliar el sueño. Presenta pesadillas o terrores nocturnos.
Muestra comportamientos difíciles de manejar, como la desobediencia, la agresividad o un apego excesivo.
Tiene problemas en la escuela, le cuesta concentrarse, se aburre a menudo y se muestra demasiado intranquilo.
Presenta tics, obsesiones o trastornos físicos que no tienen una causa médica, como dolores de cabeza, problemas dermatológicos y/o vómitos.
Sientes que no puedes manejar la situación y tienes la sensación de estar al límite, sin saber qué hacer.
Sufre acoso escolar.
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